En 1870, el capitán Nathan Algren se encuentra en un momento de desesperanza, atrapado entre el peso de su pasado y un futuro incierto. Después de haber combatido en la Guerra de Secesión, Algren se siente perdido y desilusionado. Las batallas que una vez fueron el eje de su vida ahora parecen lejanas y carentes de sentido. En su juventud, luchó con valentía por el honor y la patria, pero la realidad que enfrenta hoy es bien diferente: un mundo en el que el pragmatismo ha reemplazado al valor, y los intereses personales han eclipsado el concepto de sacrificio.
Algren se ha alejado de las ideas que le dieron propósito, sumido en una profunda desilusión con el cambio social y político que sacudió la nación. Después de haber participado en las campañas militares contra las tribus nativas en el Oeste, su vida tomó un giro sombrío. En las áridas llanuras cerca del río Washita, donde perdió gran parte de su esperanza, Algren parece haber dejado atrás algo más que su fe en la patria: su alma.
Mientras tanto, en un contexto muy diferente, un soldado japonés se enfrenta a la desintegración de su propio mundo. En Japón, la llegada de nuevas ideologías y la influencia de occidente están alterando profundamente la vida tradicional. Los cambios traen consigo la desaparición de valores que antes parecían inamovibles. Algren y este soldado, aunque separados por océanos y culturas, se encuentran en situaciones similares de transformación y pérdida.
Ambos hombres se ven atrapados en tiempos de cambio, observando cómo sus antiguos ideales se desmoronan ante un nuevo orden. Mientras Algren lucha por encontrar su propósito, el soldado japonés también se enfrenta a la disolución de la vida que conocía. En un mundo que avanza rápidamente, ambos se enfrentan a la cruda realidad de que lo que alguna vez fue cierto ya no lo es. La historia de Algren y de su paralelo en Japón muestra la lucha por encontrar identidad y honor en tiempos de desilusión y cambio.